La mentira compulsiva o mejor conocida como la mitomanía es un trastorno que se caracteriza pro mentir de manera compulsiva y patológica. Con ello se busca falsear la realidad para hacerla soportable. La persona afectada con este problema convierte la mentira en un hábito, además de que la mentira se vuelve la única vía para convivir con los demás, desfigurando la idea que se tiene de si mismo como un delirio de grandeza o ocultando sus datos con mentiras.
La mentira no es ajena a ningún individuo, recurrimos a ella desde la infancia e inclusive cuando somos adultos, sin embargo, el mitómano no busca obtener algo o evitar un castigo, sino lo hace como un hábito. La tendencia a mentir puede llevar a situaciones donde las mentiras sean insostenibles.
¿En que momento se genera la mitomanía?
La personalidad del mentiroso compulsivo se manifiesta desde la juventud o en la edad adulta temprana, pero la tendencia a mentir comienza a apreciarse desde la infancia. La mentira patológica es el resultado de la tendencia a eludir las responsabilidades. Si los padres permiten que el niño falte a la verdad para evadir las consecuencias y le eche la culpa a sus amigos imaginarios o familiares.
Las mentiras pueden brindar cierto grado de placer al mitómano, cada mentira implica un nivel de riego lo que genera una descarga de adrenalina que actúa a nivel cerebral como recompensa fortaleciendo la respuesta mitómana, actuando como un círculo vicioso.
Existen teorías que hablan de que el mitómano podría tener una amígdala menos reactiva ante los comportamientos deshonestos. Investigadores descubrieron que cuando mentimos por primera vez se produce una gran activación de la amígdala, la cual se encarga de producir sentimientos negativos que nos hacen sentir mal y limitan el alcance de la mentira. Sin embargo, entre más se recurre a la mentira, esa limitación va decreciendo
¿Para qué le sirve mentir al mitomano?
Existen diferentes trastornos psicológicos vinculados con la mentira, ya que se trata de una forma de evitación, sobre todo en el caso de las adicciones, cuando la persona no desea reconocer su problema o pierde el control y recurre a la mentira para mantener su patrón adictivo.
Con las constantes mentiras es usual que el mitómano construya nuevos recuerdos para cubrir realidades desagradables, que reemplaza con una historia mejor. La verdad también se puede falsear por obtener alguna ventaja emocional, es decir que busca aprobación, respeto y afecto que necesite. Por ello muchas mentiras esconden el deseo de llamar la atención.
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